domingo, 5 de agosto de 2012

#2


     Como ya dije antes, no soy yo el protagonista de esta historia, mi papel en todo esto es más bien secundario y terminé como la mayoría de los actores secundarios, muerto. Aquel libro estuvo en mi poder exactamente ciento setenta y cinco días y un par de horas, en ese tiempo hice todo cuanto un hombre puede desear hacer y después, bueno después me morí. Tras mi muerte el libro fue pasando de unas manos a otras, normalmente con una o varias muertes de por medio, hasta llegar al único que hasta la fecha ha conseguido sobrevivir a todas y cada una de las trampas de este diablo de papel. Él es el protagonista de esta historia.

     Aquella noche reinaba el más absoluto silencio en casa del joven Alan Alexi, la oscuridad invadía cada rincón y el joven escritor disfrutaba de una tranquilidad difícil de encontrar en estos tiempos, tranquilidad que quedó destruida cuando un ruidoso estruendo proveniente de la planta baja alertó al chico. Con los nervios a flor de piel y armado con un viejo cúter de su época artística bajó las escaleras intentando hacer el menor ruido posible. Al llegar al salón pudo observar a lo lejos como su puerta, abierta de par en par, había sido forzada y el aparente responsable se hallaba tendido en el suelo a escasos metros de ella. El cuerpo, inmóvil y rodeado por un enorme charco de sangre hizo reaccionar al chico, que corrió hacia él y comprobó desconcertado la ausencia de pulso, a unos centímetros del cadáver Alan observó un viejo libro de aspecto descuidado que parecía haber salido despedido tras desplomarse su dueño, abierto sobre el suelo, dejaba ver un pequeño texto que el curioso escritor no pudo evitar ojear por encima. Con un cadáver aun caliente a un lado y un extraño libro al otro era casi imposible mantener la calma, de pronto el silencio que imperaba en el lugar volvió a romperse, unos pasos cada vez más cercanos obligaron a Alan a volver en si y casi de forma automática utilizó el cuter para hacerse con unas cuantas de las hojas finales del libro, sin perder un segundo entró en el salón y se ocultó tras una de las gigantescas cortinas que ocultaban las ventanas, sería casi invisible entre aquella oscuridad. Los pasos se oían ya dentro de la casa y ahí se mantuvieron durante unos segundos, después se alejaron hasta desaparecer en algún lugar de la noche. Aún así el chico procuró dejar pasar un tiempo prudencial antes de salir de la seguridad de su escondrijo y avisar a las autoridades.

     La investigación se mantuvo abierta un par de semanas, puesto que no se encontraron pruebas y la víctima carecía de documentación alguna el caso quedó cerrado, quizás si Alan no hubiese omitido el detalle del libro los agentes habrían tenido algún hilo del que tirar, sin embargo mantuvo en secreto su existencia, y con ella las hojas que tenía en su poder. Una vez cerrada la investigación, sin agentes  ni periodistas aporreando su puerta constantemente para acribillarlo a preguntas tendría la tranquilidad necesaria para utilizar las páginas del libro, no sería la primera vez, había hecho uso de ellas en varias ocasiones desde la noche en que lo encontró , pero siempre con la precaución del que se sabe vigilado.
" Alan va al banco y descubre que sus inversiones le han dado un beneficio del cincuenta por ciento". El joven, que había amasado una pequeña fortuna invirtiendo sus ahorros durante las últimas semanas esperó la respuesta del libro, "Tras comprobar sus cuentas Alan ve como un atracador irrumpe en el lugar llevándose una bolsa de una de las cajas fuertes del banco". Según el libro, nadie saldría herido de aquel atraco y su dinero tampoco corría peligro por lo que decidió no hacer nada, bastaría con hacer una llamada anónima a la policía avisando del crimen, ellos se encargarían de todo.

     Al llegar al banco, y tras comprobar los beneficios de sus aciertos bursátiles Alan oyó como a sus espaldas, en el exterior, rugía el motor de un coche que le resultaba familiar, un flamante Mustang Shelby aparcaba frente a la puerta y de su interior salía un joven de aspecto algo descuidado, media melena y barba sin afeitar. Su llamativo traje rojo, a juego con su coche provocó las miradas indiscretas de muchos de los presentes, lo que le ahorró el trabajo de llamar la atención .
  - Señores - dijo alzando la voz a la vez que sacaba un par de revolveres de aspecto antiguo y disparaba al guardia que custodiaba la puerta -. Esto es un atraco.

     Todos sin excepción se tumbaron en el suelo mientras el criminal caminaba sin prisa con un revolver en cada mano, parecía tener claro hacia donde dirigirse. Se perdió en una habitación tras los mostradores y volvió unos segundos más tarde con una pequeña bolsa negra cogida por los dientes, al salir se vio rodeado por más de una docena de agentes apuntándole, uno de ellos le ordenó que tirase las armas y caminase lentamente hacia ellos, lo que el agente obtuvo como respuesta fue un disparo que se perdió a apenas unos centímetros de su cabeza. Una lluvia de balas se abalanzó entonces sobre el criminal, tres eternos segundos en los que los disparos no paraban de resonar y el delincuente se mantenía inmóvil, con los brazos en cruz frente a la puerta del edificio. Los disparos cesaron y el atracador seguía intacto, ninguna bala lo había llegado a alcanzar, tras de si, en el cristal reforzado de la puerta del banco se hallaban las decenas de balas utilizadas dibujando la silueta en cruz del atracador, que inmediatamente después de que se detuvieran los disparos soltó una carcajada al viento y disparó a los coches patrulla haciendo explotar dos de ellos, levantando así una nube de humo negro que aprovechó para escapar conduciendo justo al lado de los coches incendiados. Un último disparo, procedente de uno de los agentes entró por la ventanilla trasera del mustang provocando un pequeño derrape antes de que el lujoso coche desapareciera entre las transitadas calles. Aquel incidente acabó siendo mucho más de lo que Alan había supuesto.      

     Al llegar a casa, Alan comprobó como en las páginas en blanco que él guardaba bajo llave había aparecido la frase "Salgo ileso del atraco" con una caligrafía distinta a la del libro y a la suya propia, aun así el libro pareció contestar al misterioso escritor, "Un agente me dispara cuando estoy a punto de escapar". No necesitó mucho tiempo para relacionar hechos.

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